América y Europa

miércoles, 1 de agosto de 2007


Esta es una obra del poeta y grabador inglés William Blake (1757- 1827), llamada “América y Europa”.

Yo, como un degustador poco frecuente de la pintura, no puedo quedar indiferente ante esta obra cada vez que la observo. La explicación quizás se debe a que me hace reflexionar, más allá del común de las pinturas. Siento que me hace encontrar la belleza, esa belleza cada vez menos común en la gente, la belleza de pensar.

Cuando la miro, intento encontrarle el sentido a todas las cosas de la pintura, adentrándome en el porqué de las cosas, en su significado íntimo, en el que funciona la dinámica típica de cuando uno se cuestiona, qué rayos quiso decir este tipo (cuando encuentras el sentido dejas de llamarlo tipo, pasa a ser un genio).

Lo primero que intento relacionar es el porqué se titula “América y Europa”. Imagino que ese hombre con los músculos de su cuerpo perfectamente marcados, de tez blanca, poseedor de grandes cabellos y barba, debe representar la concepción de mundo europeo, esa que fue filosóficamente delineada en sus inicios por los griegos y que por esos días recibía las ideas de la razón como motor, representada por el iluminismo del sol.

En esos años Europa era el mundo, era lo conocido, el centro del saber, de las ideologías y de las revoluciones, cuando paralelamente América era lo desconocido y oscuro, quizás con muchas cosas fascinantes por descubrir. El mundo europeo, en ese entonces, se adueñó de América. Impuso sus armas y sus “avances” por sobre las creencias de los hombres de nuestra tierra.

Con el correr de los años, se ha implantado principalmente la hegemonía eurocentrista en la forma de ser, del hoy mal nombrado latinoamericano.
Como sociedad queremos ser como ellos (Europa), sin embargo, no podemos ser como ellos, porque aunque no queramos, nuestras raíces andinas nos pesan y nos hace recordar a cada momento lo que hoy en realidad somos, unos híbridos, una mezcla; que simplemente somos una proyección de ese de ángulo que traza el hombre europeo con su compás.
Es así como en función de esto tenemos que aceptarnos, lograr asumir nuestra verdadera identidad como sociedad, que no es ni chicha ni limoná, como diría el cantautor chileno Víctor Jara. Quizás un primer paso para buscar nuestra identidad sería que reencontremos el misticismo de aquellas estrellas en la oscuridad que envuelven la obra, esas estrellas que el europeo no puede ver, ya que está rodeado por negras nubes de ambición y salvajismo.

Publicado por Juan Villagrán S. en 20:24  

2 comentarios:

buena juano...de choro tu espacio en la net...me gusto tu foto eso si el nombre es medio gay pero en fin es lo que hay...ojala te funque la cosa po papi..eso po nos estamos oliendo chaucha

Anónimo dijo...
2 de agosto de 2007, 19:35  

¿Que hacés mostro?
Que bueno esto de que se vayan incluyendo los bloggeroos.
Ojalá le resulte todo maestro. Recibe un abrazo

Anónimo dijo...
5 de agosto de 2007, 19:59  

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